miércoles, 27 de diciembre de 2017

LA CENA DEL LIDER (UN CUENTO DE NAVIDAD)

"El que te alimenta, te controla", Thomas Sankara
En los mataderos siempre es invierno. Como copos de nieve que se estrellan contra el mármol van desfilando en silencio los animales. Decenas de pedidos se acumulan sobre la mesa. Supermercados, comidas benéficas, de navidad y una cena mitin para más de trescientas personas a la que abastecerán en unas horas. Todo tiene que estar perfecto. La sala está repleta de hombres y mujeres que aplauden la llegada del líder y su comitiva. Hay un rumor de banderas honestas ondeando el escenario y las mesas de los comensales.
El carismático líder habla despacio, pero con firmeza. Exige acabar con la pobreza. Reivindica el lenguaje del trigo y de la ética, habla de respeto, de la empatía hacia el otro, de las injusticias que hay que combatir. Y mientras dibuja un mundo libre de crueldad, apura el último bocado de carne y pide un par de costillas con patatas. ¿Es lechal, verdad? Sí, le aseguran.
Su comida nació hace mes y medio. Ha permanecido junto a su madre seis semanas, es un glotón que adora mamar. El día que lo separaron de ella gritó desesperado durante todo el traslado en el camión. Llegó a una sala fría y oscura junto a decenas de corderos pascales que llevaban un número y una fecha de sacrificio marcados sobre el cuerpo. La empresa calculó que la comida del carismático líder y sus compañeros estaba lista, pesaba siete kilos, el peso óptimo para el mercado, para ser consumido. Camino del matadero tuvo frío, hambre, miedo, pero también curiosidad. Hasta que sintió un golpe seco, allí acabó todo. Una vez despiezado, la comida del carismático líder realizará el viaje más largo de su vida, mejor dicho, de su muerte. En ese viaje hasta la ciudad no podrá ver el campo, los árboles, las flores del camino, tampoco podrá escuchar el chapoteo del agua de la fuente, todo aquello que estaba tan cerca y que nunca pudo sentir, oler, tocar.
Las bandejas de plástico borran toda huella de crueldad, lo hacen aséptico, es carne de un animal, mejor dicho, de una cría de animal, pero podría ser pan, pasteles o lechugas. El supermercado es un lugar donde existe el consumo, no el dolor. No hay memoria en un supermercado, nunca hay preguntas, salvo sobre las ofertas del día.
Al cabo de unas horas su carne tierna e infantil llega al plato del carismático líder, junto a un puñado de patatas y de hierbas aromáticas. En la sala, llena de jóvenes revolucionarios y expertos, hombres y mujeres de impecable historial de libertades siguen comiendo y defendiendo una lucha certera contra las injusticias, una renovación de la lucha de clases en el siglo XXI. Las canciones y el vino animan el ambiente. Y mientras trenzan palabras en el aire, el líder hinca sus dientes sobre el blando lomo, chupa con disimulo las costillas y arranca con placer los trozos de carne unidos al tierno hueso.
Cuando termina, se levanta, alza su copa y exige junto a sus compañeros acabar con la explotación. Hay que plantarles cara a los explotadores, hay que ganar esta batalla, grita, y a veces no nos damos cuenta, no vemos lo que tenemos delante de nosotros. Le aplauden y él, agradecido, despliega su mejor sonrisa, aunque entre los dientes, la carne de otro esclavo ha sido engullida bajo promesas revolucionarias, bajo palabras como igualdad, explotación y libertad. La revolución empezará mañana, dicen, pero esa… esa es otra historia.
En los mataderos siempre es invierno. En los mataderos siempre es infierno.

Nota de la autora. Cuento inspirado en la cita de la escritora Alice Walker: “Cuando un día hablábamos sobre la libertad y la justicia estábamos sentados ante filetes. Estoy comiendo miseria, pensé para mí cuando tomé el primer bocado, y lo escupí" .
Texto de Marta Navarro García extraído de EL CABALLO DE NIETZCHE



martes, 26 de diciembre de 2017

HABLEMOS DE NUMEROS por Bea García Serrano

Por ejemplo, el que lleva ese bebé en su pequeño cuerpo. Ese bebé, que apenas ha nacido, ya va a morir, por eso le han marcado así, porque va destinado al matadero. Es un cordero lechal, corderos alimentados fundamentalmente de leche y que no superan el mes y medio de vida. Un mes y medio. Solamente quiere volver con su madre, que llora desesperada porque se llevan a su bebé.

Por Navidad, la carne de cordero aumenta en un 54% su consumo respecto la media anual. Los mataderos trabajan ahora a un ritmo de 1.000-1.500 sacrificios diarios, un incremento cercano al 400% respecto al resto del año. Cerca del 35% de los corderos son sacrificados para las fechas navideñas.

Pero hablemos de otros números, digamos que eres un/a hábil lector/a y has tardado poco en leer los párrafos anteriores. No sé, 30 segundos. Bien, 90.000 animales han sido asesinadxs mientras leías esas líneas.

Según fuentes de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), cada segundo mueren en el mundo aproximadamente 3000 animales para servir de alimento a toda la especie humana, sin contar los peces. En cuanto a ellos, son más de 140 millones de toneladas, pues no hay recuento individualizado. Pero aún si la media por cada pez muerto fuera de 1 kg: 140.000 millones.

Tengo muchas más cifras. Al año son asesinadxs:
50.000 millones de pollos
2.715 millones de patos
1.388 millones de cerdos
1.169 millones de conejos
648 millones de gallinas
635 millones de pavos
564 millones de ovejas
402 millones de cabras
301 millones de bóvidos
57 millones de otras aves
23 millones de búfalos
10 millones de perros
5 millones de caballos
1,5 millones de camellos

En España:
560 millones de pollos
51 millones de gallinas (47 por sus huevos)
37,5 millones de cerdos
19,3 millones de corderos
2,7 millones de bóvidos
1,8 millones de cabras
854.000 toneladas de peces.

Pero aún tengo más:
Las emisiones directas de gases de efecto invernadero de la producción de carne representan aproximadamente el 18 % del total de emisiones, mayor que todos los medios de transporte juntos.
El espacio dedicado al ganado es de dos tercios de la tierra agrícola y de un tercio del área global cultivable.
Para producir un solo kilo de carne de vaca se necesitan 15 kilos de cereales y 15.000 litros de agua.
Más del 90% de la harina de soja cultivada en los Estados Unidos se utiliza para alimentar a los animales criados para la alimentación humana, estos animales también consumen el 80% del maíz cultivado en los Estados Unidos.
Según las Naciones Unidas, una reducción de la producción y el consumo de carne entre el 10 y el 15% podrían erradicar el hambre en el planeta.
La explotación animal utiliza el 37% de todos los plaguicidas y el 50% de los antibióticos.
Por cada ser humano se mata a unos 23.353 animales a lo largo de toda su vida.
Inabarcables, así son todas estas cifras. Detrás de ellas, individuos, seres que nacen para morir, con su destino escrito, literalmente a veces, en su propia piel.
Las cifras dan vértigo, marean, y pueden llegar a parecernos sólo eso, números. Son datos, estadísticas, porcentajes, valores... no tiene importancia, no pasa nada, no hagas nada, no cambies nada, solamente mastica y traga como haces con sus protagonistas.

Pero, para terminar, un apunte más, olvida las grandes cifras y recuerda dos números, el que le han escrito a ese bebé en su espalda y el tiempo de vida con el que va a ser asesinado, un mes.

Por cierto, disculpad mi falta de respeto, no os había felicitado la navidad.

Beatriz García Serrano, Activista Vegana.


miércoles, 20 de diciembre de 2017

LA ECHO DE MENOS por Desirée Sastre

     Recuerdo el día en que nací. Sentí mucho frío. De repente, me encontré en un lugar diferente, extraño, no tenía que estar encogido. Ya no sentía el latido de mi madre. Únicamente sentía el mío. Por primera vez entro aire por mi nariz y llenó mis pulmones. A partir de ahí nunca dejé de respirar. Aunque si que recuerdo que algunos días tuve que respirar un aire diferente, no me gustaba nada el olor, había demasiada suciedad a mi alrededor. Pero así era mi vida.

      Al minuto de nacer, de repente, cuando me sentía tan vulnerable, la sentí. Estaba junto a mí. Escuché su latido, era ella. Abrí los ojos y pude verla. Era mi madre. Era tan bonita. Sentí que la amaba y desde ese día no he dejado de pensar en ella. La echo tanto de menos.

      Esas primeras horas con ella fueron las mejores de mi vida. Era feliz. Me sentía querido, importante para alguien. Sentía que quería que el tiempo se parara para siempre en ese instante.

      De pronto, vi aparecer dos figuras altas y delgadas. Mi madre se puso tensa y yo supe que algo malo iba a pasar. Uno de ellos sujetó a mi madre. Ella se revolvía, se negaba a ser dominada. El otro, me agarró a mí. Sentí por primera vez lo que era el miedo. Me había cogido en brazos y me alejaba de mi madre. Yo la miraba y lloraba. Gritaba pero nadie atendió a mis súplicas. "Mamá, mamá, ayúdame por favor". Recuerdo escuchar a mi madre gritar, ver como hacía fuerza para soltarse, golpear a quien la estaba sujetando. De repente, ese ser cogió una barra larga y golpeó a mamá. Debió de hacerle muchísimo daño porque ella chilló muy fuerte, pero aún asi, ella no cesaba en su intento por venir hacia mí.

      Después deje de verla. Me metieron en un lugar muy oscuro. El cajón comenzó a moverse. Sentí lo que es la angustia, la incertidumbre de no saber dónde iba, de no entender nada. Cerré los ojos y pensé en mamá. Imaginé su cara, era tan bonita. Cuanto la amo. Ya la echaba de menos.

      Cuando acabó el viaje me sacaron del cajón rodante a empujones. Me hacían daño. Me negué a caminar por el miedo. Entonces, fue la primera vez que me pegaron. Sentí mucho dolor. No entendía por qué hacían eso, yo no les había hecho nada a ellos. Yo sólo quería volver con mamá y ser feliz.

      Acabé metido en un cajón con barrotes muy pequeño. Apenas podía moverme. Estaba asustado. Tenía mucho frío. Llamaba a mi mamá sin parar. Quería volver a ver su cara, sentir su aliento, su dulzura. La echaba tanto de menos.

      Ha pasado el tiempo. No se cuanto. Los días se me hacen eternos. No puedo moverme apenas. He crecido mucho, y engordado. Me duelen mucho mis extremidades. Casi no consigo mantenerme de pie. Los días pasan entre soledad y dolor. Nunca nadie ha vuelto a darme cariño, sólo me pegan si me niego a comer. Te necesito mamá. Necesito volver a ver tu cara, eres tan bonita. Te quiero y te echo mucho de menos.

      Un día me abrieron la puerta de mi cajón. Me sacaron fuera. ¿Volverían a llevarme con mamá? A pesar del dolor que sentía en todo mi cuerpo, la sola esperanza de volver a verla me hacía sentirme mejor. Volví a ser metido en un cajón que se movía. Estaba ansioso durante todo el viaje. Esta vez no estaba solo. Había otros como yo. Ninguno sabíamos dónde nos llevaban, pero teníamos ganas de que fuera a un sitio mejor.

      Finalizó el viaje. La puerta del cajón rodante se abrió. Allí no estaba mi mamá. Ahí sólo se escuchaban gritos de miedo y de dolor. El olor era intenso. Reconocí el olor de la sangre, la cual había brotado de mis heridas en varias ocasiones. Todos nos asustamos. No queríamos bajar. Nos empujaron y golpearon. Nos acercaban cosas que daban unos calambres muy dolorosos. "Por favor, ¿por qué nos hacéis esto? Dejadnos ir." Otra vez nadie me hizo caso.

       Tuvimos que entrar. Uno a uno fueron disparándonos en la frente. Mis compañeros caían al suelo. Yo les veía. Sentía que me iba a morir de miedo. Me llegó el turno. Miré a los ojos de aquel ser alto y delgado. Le miré suplicando su compasión mientras sentía el frío metal en mi frente. No hallé ni pena ni compasión en esos ojos. Su mirada era fría, tanto como el cañón que me apuntaba. Sonó un ruido muy fuerte, noté un dolor intenso y me desvanecí.

     Creo que algo ha ido mal. Los seres altos discuten entre ellos. Creo que yo no debería estar despierto, pero lo estoy. Escucho que hablan sobre las muchas veces que ocurre esto, y sobre lo difícil que se lo ponemos cuando nos despertamos y nos movemos. Les veo del revés porque ahora cuelgo boca abajo. Un gancho atraviesa mis músculos. Siento tanto dolor en todo el cuerpo que es terrible cada vez que tomo aire para respirar. Recuerdo la sensación de cuando tomé aire por primera vez. Que diferente fue.

     Un ser alto se acercó a mí. Siento el frío de una hoja metálica afilada en mi cuello. De manera rápida la desliza de izquierda a derecha. Veo mi sangre caer. El dolor es insoportable. Aún no se que les he hecho a estas personas para que se hayan portado así conmigo. Me voy sintiendo débil. Recuerdo el día en que nací. Hacía frío. Recuerdo cuando vi la cara de mamá por primera vez. Era tan bonita. Recuerdo su amor hacia mí. La única que me amó durante toda mi vida. La echo tanto de menos. Mamá, volveré a verte, ahora lo se. Ya no duele mamá, sólo tengo sueño y no puedo respirar. Adiós mamá. Te quiero.


      En tu vaso de leche, tu queso, tu filete, hay una historia igual que esta. En todos, ecológicos y no ecológicos. No hay una manera ni ética, ni feliz, de separar a una madre de su hijo, ni de matar a alguien que no quiere morir. Nadie merece esta vida. No participes en su dolor. Para tí es un pequeño esfuerzo. Para ellos supone la diferencia entre sufrir o no, vivir o morir. Ayúdales. Hazte vegan.

Desirée Sastre, Activista Vegana.
Madrid

En la foto: Alberto, Refugiado en Frente L.A. Santuario Animal




martes, 12 de diciembre de 2017

IDEOLOGIA POLITICA: ANTIESPECISTA por Bea García Serrano


     Sin duda, el cambio de actitudes con respecto al trato de la especie humana hacia el resto de especies en estos últimos años, si bien es una evidencia y debe ser tomado en consideración como un importante avance, dichos cambios no son de negativo a positivo sino de negativo a menos negativo. No es substancial sino superficial. No es de raíces sino de ramas. Y por eso, el antiespecismo solamente puede ser radical. 

     Quiero aquí, sin entretenerme demasiado, hacer un apunte sobre la importancia etimológica de las palabras, y así de paso aclaramos ya, desde estas primeras líneas el porqué de la necesaria radicalidad en el movimiento antiespecista.

     Radical es una palabra formada a partir del latín radix, radicem ‘raíz’, y se refiere a aquello que pertenece a la raíz. El cambio, por tanto, se propone desde la raíz y es total. Quiero también aclarar en este punto que no estoy abordando ahora una cuestión de estrategia, esto es, cómo vamos a transmitirle al mundo nuestro mensaje, sino más bien hablo de una cuestión de base, de qué es y qué no es el antiespecismo, y que, en tanto movimiento ético, político y de resistencia, debe avanzar como tal. Sus objetivos deben ser radicales, buscando el cambio absoluto. No nos vamos a conformar, por ejemplo, con regular la explotación, porque el objetivo es abolirla. Cómo lograr dicho cambio es otra cuestión. No quiero entrar directamente en ello, pero a modo de nota aclaratoria, diré que hay formas de activismo “animalista” altamente perjudiciales para lxs animales y que, en cualquier caso, no todo vale por el hecho de partir de la buena intención.

     Dejar de comer animales es uno de los principios dentro de la ideología antiespecista, pero el hecho de no consumir animales, per se, no te convierte en tal cosa. Para entendernos, no explotar mujeres a través de la prostitución es condición sine qua non para ser feminista, pero no por el único hecho de no consumir prostitución te conviertes en ello.  Siguiendo con este ejemplo, el no consumo de prostitución no es una opción personal, ya que, si asumimos que la explotación sexual es inmoral y éticamente injustificable, no podemos pensar que la opción de consumir dicha explotación es legítima.

     En estos tiempos nos encontramos con multitud de actitudes hacia este movimiento que está en peligro de ser absorbido por intereses económicos y despojado de su objetivo: la liberación animal. Muchas de estas actitudes son permisivas: está bien que seas vegana, lo respeto, lo acepto. Por progresía, por esnobismo, por inercia, por interés. Así nos encontramos sorpresivamente que, Campofrío comercializa productos destinados a un público vegetariano, poco radical y exigente, obviamente, o que Mc Donald’s decide sacar la versión vegetal de la explotación animal. Sí, aquí me detengo en un punto importante, ya que ha salido el tema, vegetal no es vegano y vegano no es antiespecista. 
Sorpresa.

     Por tanto, convertir el veganismo en un estilo de vida, en una opción saludable, en una moda, o en un objeto de consumo, supone despojarlo de su contenido político, y esto es lo que se pretende cuando el capitalismo apuesta por ser vegan friendly. Sea usted vegana, pero quietecita.

     Pero lo cierto es que el especismo no solamente se manifiesta en opciones individuales (comer carne, vestir pieles) si no que está presente en las instituciones sociales, y para éstas lxs animales son objetos absolutamente carentes de derechos. Considerar el antiespecismo como ideología política no supone que se deba acoger el discurso de una posición política concreta, ya que la diversidad política dentro del movimiento es tan extensa como individuos lo conforman. Lo que supone es que la ideología antiespecista debe buscar cambios estructurales. Y en tanto posición política propone abolir todas las relaciones de dominación con independencia de quien sea oprimidx.
Si asumimos que ser vegana es una posición personal, asumimos que explotar animales también es una opción, una elección válida. Si evitamos hablar de que usar a lxs animales como objetos de consumo es éticamente reprobable y moralmente injustificable, estamos desatendiendo nuestro objetivo.

     Por tanto, el activismo por la liberación animal es la base de la que debe nutrirse el movimiento antiespecista y a la vez la finalidad que debe perseguir.


     No es suficiente tomar conciencia y evitar la explotación que tú como individuo ejerces, sino trabajar activamente por la abolición de dicha explotación.

Beatriz García Serrano, Activista Vegana




viernes, 8 de diciembre de 2017

LAS TORMENTAS por Bea García Serrano


     Le dan miedo las tormentas, se pone a temblar cuando suenan los truenos y el viento. Al perro que abandonaste en la calle digo, le dan mucho miedo. Me busca por la casa y se pega todo lo que puede a mí para relajarse. Le temblequea todo el cuerpecito. Su naricita inquieta busca mi mano. Yo le acaricio e intento transmitirle calma.
     Cada vez que pasa esto no puedo evitar acordarme del día en el que apareció en la misma carretera por la que yo circulaba. Un frenazo de golpe evitó otro final, otros coches no pararon ni a mirar. Pero a lo que vamos, llevaba toda una semana lloviendo, sin descanso, varias tormentas seguidas habían protagonizado lo que hoy llamaríamos ciclogénesis explosiva, y que, entonces, era simplemente mal tiempo o en el mejor de los titulares, una ola de frío. El caso es que, a este pequeño le tocó soportar esa suma de tormentas, con sus truenos, su viento y su lluvia, en la calle. En soledad.
     Tanto miedo, tanto frío, tanta hambre…y tanta sed. No sabes cuánta sed tenía. Bebía agua como si le fuera la vida en ello. Quizá porque había estado cerca de que así fuera. Pero no, no fue así. Y ahora vive sano, feliz. Las tormentas seguirán dando miedo, pero estará a salvo de que pueda ser algo realmente malo.

     Para ti tengo una pregunta ¿le miraste por última vez? ¿fuiste capaz de girar la cabeza y mirar esos ojos antes de irte? Da igual. Da igual porque aquí ya no llueve…

     Hay tantas otras historias en las que sí llueve, en las que llueve a diario, son tantas que se convierten en cifras, las cuales no logramos abarcar si las pensamos por ser tan infinitas. Muchas de esas historias acaban en muerte, por frío, por hambre, por calor, por miedo. ¿Se puede morir de miedo? Sí. Y de soledad. Y de abandono. Y sobre todo matar de indiferencia, de olvido y de ignorancia.
     También están esas historias que acaban en una jaula, a veces, de por vida. ¿Te imaginas una vida enjaulada? ¿Te imaginas tus días, completos, con todas sus horas, sin entender el porqué de ese encierro agonizante?
     Hay tantas historias de jaulas. Hay tantas jaulas llenas de vidas. Vidas rotas. Vidas sin dueñx (no, no hablo de dueños humanos, hablo de sus auténticos dueñxs, ellxs, los cuerpecitos que habitan esas vidas) Sus existencias no les pertenecen. Alguien decidió apropiarse de ellas.

     ¿Cuánta crueldad somos capaces de infligir? ¿cuántas muertes somos capaces de tolerar? ¿cuánto dolor podemos ignorar? ¿puede haber más maldad que provocar un final así?
     Sí, puede haberla, condenar a sus protagonistas a la más aberrante de las existencias. Una vida que no lo es. Una vida que nace ya muerta. Sentenciada. Vidas decididas por un ser ajeno, lejano, que no quiere saber nada de tu dolor, a quien nada le importa tu ahogo, tu angustia, tu agonía. Para quien tu existencia no tiene valor por sí misma. Y tú ahí, en esa jaula, llenx de frío o de calor, plagadx de soledad, de tristeza y dolor, en el más absoluto de los abandonos, esperando… ¿A qué? ¿qué puedes esperar si sólo eres una historia más? ¿qué esperar cuando has nacido condenadx? Pero sigues vivx, a pesar de todo, sobrevives, luchas. A nadie le interesa. Pero es tu vida, te es precisa, la necesitas, y aún te aferras fuerte a ella, un poco más. Quizá, un día, salgas de esa jaula, quizá un día se acabe este tormento y ya no llueva más.

     ¿Sigue estremeciéndose tu cuerpo mientras lees? ¿Te das cuenta de que hace aproximadamente 10 líneas dejé de hablar sólo de perros y gatos para hablar de todos? ¿Te das cuenta de que, si te lo cuentan sin hablar de especies, no hay diferencia?


Beatriz García Serrano, Activista Vegana.
Madrid


lunes, 4 de diciembre de 2017

LOS MIEDOS QUE ESCLAVIZAN por Desirée Sastre



   ¿Alguna vez os habéis parado a pensar por qué no hacemos cosas que sabemos que mejorarían nuestra vida, o al menos tenemos esa impresión, pero no somos capaces de dar el paso? Por este motivo, las personas, nos vemos muchas veces ancladas en relaciones sentimentales insatisfactorias, trabajos donde no nos sentimos cómodas ni realizadas, amistades que no nos terminan de convencer, pero que utilizamos para salir, porque solas no somos capaces, y un largo etc. 
     
     ¿Qué es aquello que nos bloquea tanto? ¿Nos gusta ser infelices? No, no nos gusta, pero hay algo que nos da muchísimo miedo a la mayoría de las personas; los cambios.
      
      El miedo a los cambios es aquello que nos hace permanecer en lo que se llama zona de confort. La zona de confort hace que nos acostumbremos a vidas mediocres, ya que el hecho de intentar conseguir una vida más satisfactoria, pasando por los necesarios cambios que deberíamos afrontar, nos da tremendo pavor. En cierto modo, preferimos seguir agarrándonos a la idea de que lo que tenemos es lo que nos ha tocado vivir u otros pensamientos conformistas, porque no nos vemos capaces de realizar esos cambios que mejorarían nuestras vidas.
      
     Entonces, cuando alguna persona te dice que los animales tienen sus propios intereses, el más importante de todos; vivir, que son capaces de sentir dolor, sufrimiento, miedo, amor, alegría, etc, y que vivir alimentándose de ellos no es ético ni necesario, ¿por qué sigues negándote a ti misma esa realidad? Por miedo al cambio, a abandonar tu zona de confort, tener que empezar a hacer modificaciones en tu dieta, en tu armario, en tu ocio, porque crees que la presión social será enorme y te verán como un bicho raro, porque no quieres tener que enfrentarte a tu entorno, aunque sabes que lo que decimos es totalmente cierto, incluso eres capaz de sentir el dolor en los animales que ves siendo maltratados y te gusta verlos vivos y felices, pero sigues dejando que ese miedo te domine.
      
      Tener miedo esta bien. Es un mecanismo de defensa que tienen los seres sintientes para protegerse de situaciones de peligro. Pero cambiar tus hábitos, respetar sus vidas y aceptar que tienen derechos, no te pone en ninguna situación de peligro. Lo único que está en peligro es tu comodidad. Entonces, ¿piensas que tu comodidad es algo mucho más valioso que su vida? Hace tres siglos este pensamiento era el que estaba en la mente del hombre blanco, cuando para poder vivir cómodamente tenía esclavos negros. ¿Piensas que esa gente era egoísta? Ahora dime, ¿en qué te diferencias tú de esas personas? 
     
     El paso al veganismo es sin duda, la mejor decisión que he tomado en la vida. Como yo, la mayoría de personas que conozco opinan igual. Es mucho más sencillo de lo que parece, hay mucha gente que lleva años siéndolo y que podrá ayudarte. Hace 50 años podrías haberte visto sola pero hoy día con las redes sociales es imposible. Hay muchos grupos de ayuda en cuanto a comida y recetas, grupos de ayuda en el tema cosmético y de limpieza, hay grupos de activismo donde aprenderás cada día más y más cosas, el por qué ciertas prácticas son terribles hacia ellos, podrás contactar con cientos de personas con un simple click en solicitar amistad. No tienes excusas, lo que debes tener son propósitos. 
     
      Ahora, imagina por un momento que tú eres ese animal. El que quieras. Uno que vive hacinado con 200 más de su especie, entre excrementos, con heridas que nadie te cura, viendo pasar los días encerrada sin poder correr o ver la luz del sol sobre tu rostro. La tristeza lo empapa todo. Eres infeliz. A veces llegan y te torturan para arrancarte tu pelo o tus plumas, y continúas viva, pero con terribles dolores. Otras veces pares a tus bebés y te los roban. No puedes ver su cara, no puedes sentir su hocico contra el tuyo. Día tras día, hasta que uno de ellos, será el último. Y morirás en una atmósfera de dolor, agonía y miedo, incapaz de ser reproducida en ninguna película de terror. Ahora piensa, ¿lo habrías soportado?
      Ni tu ni ellos merecen esa vida ni esa muerte. Se valiente y cambia, por ellos, por ti.